¡Comenzó el Pre Festival de Poesía en la Escuela! ¡Ruth Kaufman en el Liceo 1 de CABA!

Llegó, llegó... la Crónica sobre el Taller de Poesía que nos regaló Ruth Kaufman, esta mañana, en el Liceo 1, José Figueroa Alcorta.
Mañana a pura poesía

Nos encontramos con Ruth a la entrada del hall central del Liceo, nos dimos un abrazo y sin escala nos montamos en el ascensor y nos fuimos a la sala de video, en el cuarto piso. Allí esperamos a los alumnos, alrededor de veintiocho jóvenes adolescentes. Después de los buenos días y las presentaciones, Ruth repartió a cada alumno un rectángulo de papel que contenía un verso, luego los invitó a buscar a la pareja de ese verso. Movilización mediante, se encontró la primer pareja, luego la segunda, después la tercera y así, una a una, las parejas se fueron agrupando. Después, llegó el momento de la lectura: cada pareja leyó sus versos y por “el hilo invisible que Ariadna nos legó” el poema se fue armando y se escuchó decir:
“Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araña; que sólo puedas alimentarte de barajas usadas y que el sueño te reduzca, como una aplanadora, al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas; que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte ante los tachos de basura y que todos los habitantes de la ciudad te confundan con un meadero.
Que cuando quieras decir: “Mi amor”, digas: “Pescado frito”; que tus manos intenten estrangularte a cada rato, y que en vez de tirar el cigarrillo, seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones; que al acostarse junto a ti, se metamorfosee en sanguijuela, y que después de parir un cuervo, alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto, para que los espejos, al mirarte, se suiciden de repugnancia; que tu único entretenimiento consista en instalarte en la sala de espera de los dentistas, disfrazado de cocodrilo, y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni un solo instante, de lamerle la cerradura” (Oliverio Girondo).

En el siguiente paso, Ruth releyó el poema de Oliverio e invitó a escribir las propias maldiciones, siguiendo la absurdidad de nuestro amigo y poeta O.O. Y este divertido, creativo, sensible y heterogéneo poema se fue escribiendo:


Que tu alma se vuelva tan oscura que ni el celular quiera encenderse.
Que el agua te seque la boca.
Que antes de decir cualquier palabra te muerdas la lengua.
Que cuando quieras estar con ella tus manos se vuelvan lija.
Que cada vez que vayas al baño no haya papel higiénico.
Que mientras vivas tu vida sea un infierno.
Que al llorar te salgan pedacitos de vidrio por los ojos.
Que cuando quieras decir su nombre digas el mío
Que te tomen de brujo, te aten a un poste, te bañen en nafta y ardas en llamas.
Que mientras comas no pares de cagar.
Que cada vez que comas un pedazo de cheese cake te sepa a ropa interior usada.
Que cuando tengas que dar un beso al amor de tu vida se te caigan los dientes.
Que cada vez que enciendas un cigarrillo se te encienda un dedo.
Que cuando respires el aire te entre como roca fundida.
Que te ahogues con todas tus palabras dichas a mis espaldas.
Que cuando veas tu reflejo seas igual a tu peor pesadilla.
Que cada vez que entres a la cancha se te corten los ligamentos.
Que cada vez que camines sientas el ardor de las brasas.
Que siempre que camines te golpees el meñique con la punta de un mueble.
Que al dormir sientas el hormigueo de mil ciempiés recorriendo tu cuerpo.
Que todo el mal que me deseas, sobre la espalda te cayera, para que yo lo disfrutara y tú lo padecieras.
Que cada vez que quieras escribir el lápiz se vuelva polvo y el sacapuntas te corte la oreja.
Que sean borrados de tu mente los momentos en que supiste ser feliz.
Que tus sueños se destruyan cual alas de pájaros moribundos queriendo emprender vuelo.
Que la ropa que más te guste te asfixie.
Que cuando quieras salir de noche sea de día.
Que cuando quieras caminar se te rompan las piernas, te tropieces y un auto te pase por encima.
Que cada vez que corras tu sudor se vuelva ácido y te queme la piel.
Que la persona que amas te diga ‘nos vemos luego’ y no la veas nunca más.
Que cuando intentes dormir la oscuridad te haga sentir en el infierno.
Que sus caricias te desgarren la piel.
Que cuando persigas tus sueños te corten las alas.
Que cada vez que quieras sentarte haya mil agujas filosas.
Que cuando veas la luz de la luna y de las estrellas te quemen los ojos.
Que mientras hagas el amor con el hombre de tu vida, él piense en tu enemiga.
Aplauso, medalla y beso ante tanta creatividad colectiva adolescente!
Y este es el ‘top five’ de las maldiciones más elegidas: "Que el agua te seque la boca", "Que todo el mal que me deseas, sobre la espalda te cayera, para que yo lo disfrutara y tú lo padecieras", "Que mientras comas no pares de cagar", "Que sean borrados de tu mente los momentos en que supiste ser feliz".

Cuando llegábamos al final del encuentro, los alumnos pidieron más. Y tuvieron más. A partir de algunas preguntas que Ruth les entregó, se fueron escribiendo estos 'poemas pregunta-respuesta':
¿Dónde está el niño que yo fui?
¿Dónde está el niño que yo fui?
En el abismo
¿Cómo llegó al abismo?
Se cayó
¿De dónde se cayó?
De la cuna
¿Cómo se cayó?
Lo tiraron
¿Quién lo tiró?
La oscuridad
______________________________
¿Para qué sirven los días?
¿Para qué sirven los días?
Para vivirlos
¿Qué es vivir?
Luchar
¿Para qué luchar?
Para vivir
¿Por qué vivir?
Para cambiar la vida.


Y con estas bellas ideas, el Taller de Ruth se fue despidiendo hasta una próxima vez.
Gracias, Ruth!!!!!! Fue hermoso conocerte y compartir un encuentro tan creativo con la palabra y los sentidos.

Comentarios

  1. ¡Benditas maldiciones las de Oliverio y las de los chicos del Liceo 1! ¡Que lujazo tener a Ruth Kaufman dando el taller!

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