Bienvenido Diego Vdovichenko


del litoral

hay olor fresco en la casa
de ese que nos gusta tanto que cerramos los ojos y vemos
algo sencillo, como lejos, nubes, celeste.
Allá se le dice olor de mañana, se sonríe y temblamos un poco.
Entonces es llegar para abrir las ventanas y reír
que el frío es distinto porque tiene olor

escuchar la radio del vecino que está sentado en la vereda
acostarse pensando en eso, el silencio, como la nostalgia,
y de golpe, la lágrima, el ripio, el color de las piedras mojadas
ese andar desparejo entre los yuyos que forman un puente de vereda en vereda
quién sabe para quién.

El ripio que brota desde el sonido y la aspereza.

Se sabe bien ese andar, nos deja algo en la boca, que masticamos un rato
para meternos un poco más en la tierra. Y es tan lindo el verde de allá que no
                                                                                                        [sabemos dónde ir,
en cada plaza una farola amarilla, de poste naranja, que de noche encandila.

De mañana hay mate caliente y junto al olor es distinto,
la yerba toma otro gusto, quedando la amargura en la lengua
que ya para las cinco está verde. Es el mejor momento para caminar.
Debe ser el asfalto y la mudez del río, algo cambia.

En el recuerdo se instala el sonido del primer tren de la mañana,
inflamos el pecho y respiramos con ganas
como si fuese nuestro primer aliento en estas tierras.

El olor fresco en la casa.

...


ponele en el 2060

Se puede hablar desde el papel y no es necesario imaginar la voz.
Se puede escuchar la voz y no se puede imaginar la voz.
Nadie nos contó la verdad de todo esto porque a nadie le importa
pero supongamos que existe, una única forma para
todo aquello que queremos decir o nos dicen y repetimos
copiamos, como los monjes de esas edades que ya no se enseñan,
que trascribían en tablitas de cera o papiros. ¿quiénes son los dueños de las obras?

Como serán los fideos con queso allá por el 2060.

Hay unas palancas en las máquinas poderosas que con solo bajarlas largan miles de
poemas cantados por los altavoces de las canchas de fútbol. Mi suenio es clavarle
un poema en el ángulo al rojo en el minuto 90 y que se quieran matar. Uno de esos
que descontrole a toda la hinchada.

Todavía no encontré a quien inventa las palabras.

Estamos acá y no sabes bien ni como seremos ni como somos ni para que somos
y seremos.
Quería guardarme algunos libros para el viaje pero es peso y lugar y sabemos que
si ahora somos un montón imaginate en el 2060.


Diego Vdovichenko nació en Rosario del Tala, Entre Ríos, en 1985 pero creció en Bahia Blanca. Estudia profesorado en letras en la Universidad Nacional de La Plata. Participó en el 2005 del grupo “Poesía a la calle”. Formó parte del programa radial “Cuando cantan las chicharras”. Publicó algunas plaquetas, “La fresca” perteneciente a la colección Primavera – Verano 2009-2010 junto a Victor Gonnet y Gastón Andrés en la editorial Pujante y “Hasta acá” en la editorial uruguaya La propia cartonera a fines del 2012.

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